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El viento empuja para todos lados, mueve los barcos, y yo intento agarrarme. He intentado encontrar la forma a la situación que es lo que se me da bien, pero no hay norma que la defina. He mojado los contornos con saliva y he frotado con el dedo, esperando que así saltaran las líneas del exterior y con ella las respuestas, pero no, se hicieron lagunas, así que remé.
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Mi respiración se ha quedado encallada en un lugar que me provoca esta necesidad constante de formular preguntas para entenderlo todo, en vez de proceder a la posible y cómoda presunción, de que no nos debemos nada los unos a los otros. Me encontraba en un tiempo donde creo que cuando uno no sabía tenía que preguntar, no todos sabemos de todo y aunque parezca que sí, yo sigo sin ni siquiera saberme la hora. Por eso lo hacía: Preguntaba. Y siempre era una sorpresa.
(…)
Me pedí un tiempo entre paréntesis, me perdí un tiempo entre paréntesis, navegué entre paréntesis. Llegó un punto donde encallé, y respiré entre paréntesis, pregunté entre paréntesis, y solo estaba yo.
(…)
Llevo un tiempo navegando en una interrogación que brisa los labios, late y va a la deriva; no encuentra las palabras suficientes para resolverse, los cabos para atarse, así que, continúo remando.